En principio, una dieta equilibrada debería cubrir todos los requerimientos de vitaminas y minerales que tiene nuestro organismo. Sin embargo, no siempre es así, y se dan casos de deficiencias vitamínicas. Las causas de estas deficiencias son muchas, entre las más comunes:
1. Una alimentación desequilibrada.
2. Regímenes de adelgazamiento inadecuados: cuando el objetivo es perder peso se debe realizar una dieta hipocalórica, pero no por ello deficitaria en determinados nutrientes como las vitaminas y los minerales. Es necesario que la dieta cubra nuestros requerimientos nutricionales, a excepción de las calorías. Para ello, tiene que ser variada y sin eliminar ningún grupo de alimentos, de lo contrario estaremos poniendo en riesgo nuestra salud.
3. Abuso o mal uso de determinados fármacos: la utilización de determinados medicamentos sin control médico o algunos tratamientos que alteren la absorción intestinal o la diuresis pueden ocasionar una mayor excreción de nutrientes y, por tanto, carencias vitamínicas si el tratamiento no se controla adecuadamente.
4. Deportistas: el deporte incrementa las necesidades nutricionales en general y, en concreto, de hidratos de carbono, proteínas, minerales y vitaminas antioxidantes que ayudarán a contrarrestar el estrés oxidativo generado.
5. Estrés: también es una situación que comporta un mayor desgaste y, por tanto, se incrementan las necesidades vitamínicas del grupo B y la vitamina C, principalmente.
6. Técnicas culinarias incorrectas o inadecuadas: por lo general, las cocciones excesivas o largas (hervidos, caldos, etc.) y/o a altas temperaturas (horno, frituras, etc.) ocasionan grandes pérdidas vitamínicas. Por otro lado, la solubilización de las vitaminas hidrosolubles en agua también ocasiona pérdidas importantes. Esto sucede, por ejemplo, cuando realizamos hervidos, o si limpiamos los vegetales dejándolos en remojo.
Además de todas las posibles causas comentadas para tener una ingesta insuficiente de vitaminas, existen situaciones fisiológicas especiales a tener en cuenta. En etapas de la vida como la infancia, el embarazo o la vejez es necesario tener especial cuidado con la ingesta de nutrientes. Esto sucede porque las necesidades se ven incrementadas o porque aumenta el riesgo de padecer carencias debido al estilo de vida y la alimentación.
VITAMINAS, EMBARAZO Y LACTANCIA
El embarazo es una etapa fisiológica muy especial que se caracteriza, fundamentalmente, por el anabolismo, es decir, se crean multitud de nuevas estructuras. Durante todo el embarazo se incrementan las necesidades de las vitaminas hidrosolubles C, B1, B2 y ácido fólico, y las liposolubles; A, D y E. Generalmente, se aconseja la suplementación con ácido fólico desde unos pocos meses antes del inicio de la gestación, aunque es difícil de prever cuándo se producirá. Durante al menos el primer trimestre del embarazo, se sigue aconsejando dicha suplementación para evitar diferentes problemas en la gestación, especialmente la espina bífida.
Es necesario, igualmente, realizar controles analíticos para verificar el buen estado del a madre, que repercutirá sobre el feto y, posiblemente, se requiera de algún otro tipo de suplementación. Algunos especialistas en ginecología optan por prescribir complementos vitamínicos y minerales de forma preventiva, pero siempre se deben tomar bajo supervisión médica.
Una vez finalizado el embarazo, y en caso de lactancia materna, las necesidades nutritivas de la mujer siguen incrementándose. Aunque la etapa anabólica por excelencia haya cesado, la síntesis no se detiene; ahora se genera la leche materna que tiene que alimentar al recién nacido y, por tanto, va a ir cargada de nutrientes que la madre debe tomar en su alimentación. En general, durante la lactancia aumentan tanto las necesidades de vitaminas hidrosolubles como las de vitaminas liposolubles. La alimentación de la mujer lactante debe ser variada y rica nutricionalmente hablando, para poder ofrecer un buen alimento al lactante sin ocasionar carencias. Igualmente, en ocasiones se decide suplementar con complejos vitamínicos específicos.
Durante la menopausia, las necesidades vitamínicas son aproximadamente las mismas las de un adulto sano. De todos modos, debemos asegurar un aporte adecuado de vitamina D, necesaria para el metabolismo del calcio y el fósforo. Durante la menopausia se deben aumentar los controles del estado óseo para tratar o prevenir posibles problemas de osteoporosis, que suelen tener su inicio en esta época de la vida de la mujer.
VITAMINAS PARA RECIÉN NACIDOS Y PRIMERA INFANCIA
En los recién nacidos y niños pequeños es esencial un aporte vitamínico suficiente, ya que de ello va a depender, en gran parte, el desarrollo de las múltiples funciones y estructuras de su cuerpo en formación y crecimiento.
Los lactantes de leche materna, en principio, van a tener cubiertas sus necesidades vitamínicas. Las leches de fórmula también deben estar enriquecidas de manera que se asemejen lo más posible a la leche materna. En cualquier caso, en determinadas ocasiones, especialmente para los nacidos en invierno o en zonas poco soleadas, los pediatras pueden aconsejar complementar con vitamina D.
En general, durante la primera infancia debemos controlar la ingesta de vitaminas liposolubles A, D, E y hidrosolubles C, B1, B2, B6 y B12.
VITAMINAS PARA ESCOLARES Y ADOLESCENTES
Tal como sucede en la primera infancia, el desarrollo del organismo sigue adelante y, por ello, igualmente debemos seguir asegurando aportes adecuados de las vitaminas: A, D, E, C,B1 , B2, B3, B6 y B12.
Esta etapa, a diferencia de la mayoría de las anteriores, no se caracteriza por el anabolismo, más bien al revés. En la vejez, debemos seguir insistiendo en una alimentación variada.
El principal problema de esta etapa para cubrir las necesidades nutricionales suele ser el tipo de vida que se lleva, en algunos casos. Personas solas con problemas de movilidad suelen cocinar poco por pereza o falta de comodidades. En ocasiones, se sale menos a la calle, lo que comporta menor exposición solar y posibles déficits de vitamina D, sobre todo en zonas frías.
A eso, a veces también debemos sumar los problemas de masticación que ocasionan el rechazo de determinados alimentos. Si, además, se padece alguna enfermedad, los problemas para una buena alimentación se multiplican y, en este caso, suele ser muy aconsejable algún tipo de suplementación.
Debemos cuidar especialmente la ingesta de vitaminas del grupo B como la B1, B2 y la B3, la vitamina C, que provendrá principalmente de alimentos en crudo, y las vitaminas liposolubles D y E.
Leer Más