DERMATITIS ATOPICA

Ahora que llega el invierno y empieza el frío las pieles con dermatitis atópica lo notan mucho más. En ésta entrada ahondaremos un poco más en este tema y explicaremos como podemos mejorar la calidad de vida de estas pieles y a espaciar los brotes.



¿Qué es la dermatitis atópica?

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que se caracteriza por un picor intenso, piel muy seca y sensible.
Los cuatros síntomas característicos de la piel atópica son:


La dermatitis atópica tiene un carácter crónico. La duración de la enfermedad es larga, aunque benigna, y se manifiesta en forma de brotes.

Los periodos de crisis de la enfermedad se alternan con periodos de mejoría.
Distribución de los brotes en función de la edad:


¿Cuál es la causa?

Se desconoce qué es lo que la origina. Al parecer influyen varios factores: genéticos, inmunológicos y trastornos de la función barrera de la piel.



¿Es contagiosa?

No, no es contagiosa.

¿Es muy frecuente?

En España, de cada 10 niños que nacen 1 ó 2 tienen problemas de piel atópica. Se estima que en el 60% de los casos desaparece en la pubertad.
La dermatitis atópica es una enfermedad más frecuente en las sociedades industrializadas, relacionándose con una menor calidad ambiental (industrialización) y con el estilo de vida urbano.

¿Es hereditaria?

Se sabe que tiene un componente hereditario muy importante, así que padres alérgicos (con rinitis, asma o dermatitis atópica) tienen altas probabilidades de tener hijos con pieles atópicas.

Consejos para mejorar la calidad de vida del paciente atópico


Cuidado corporal e higiene

  • En general, son preferibles los baños a las duchas. El agua debe ser templada (inferior a los 33 °C) y el baño no debe prolongarse más de 10 minutos.
  • No emplear manoplas ni esponjas de baño, evitando la fricción sobre la piel.
  • Se deben elegir geles para el baño que no resequen la piel, preferiblemente que sean sobregrasos y con un pH 5.5 o fisiológico.
  • El secado debe ser suave, sin frotar con la toalla.
  • El baño aumenta la hidratación, facilita la penetración de los emolientes y disminuye el estrés.
  • El masaje es un acto afectivo beneficioso para el bebé/niño atópico y le ayuda a relajarse.
  • Aplicar después del baño, cuando la piel está aún húmeda, una crema emoliente específica (aporte de lípidos). Se ha comprobado que el uso diario de una crema emoliente es una ayuda eficaz para espaciar los brotes y las recaídas.

Cuidado de las uñas

  • Mantener las uñas cortas y limpias para evitar que durante el rascado se produzcan lesiones e infecciones.


Vestimenta

  • Elegir preferentemente ropa de algodón y lino, incluida la de la cama, pues facilita la transpiración.
  • Evitar el uso de la lana y los tejidos sintéticos que incrementan la temperatura corporal y acentúan el picor.
  • Al lavar la ropa, debe aclararse bien y debe evitarse el uso de suavizantes y lejías.
  • El calzado debe ser de piel o tela, con buena aireación, aconsejándose el uso de calcetines de algodón o hilo.

Alimentación


  • Intentar prolongar la lactancia materna, ya que fortalece el sistema inmune del bebé y evita rechazos alimentarios.
  • Se recomienda seguir el consejo médico en cuanto a la restricción de determinados alimentos.

El ambiente del hogar

  • La temperatura y la humedad de las habitaciones deben mantenerse constantes, evitando ambientes secos.
  • Las habitaciones deben ventilarse diariamente.
  • Se recomienda el uso de aspiradores para eliminar el polvo en lugar de barrer.
  • Se debe evitar el uso de alfombras o peluches que faciliten su concentración.

La playa y el sol


  • Pueden bañarse en el mar o las piscinas, aunque en situaciones de brotes es preferible evitar baños.
  • Evitar las horas en que el sol es más fuerte.
  • Proteger la piel del sol utilizando cremas solares de alta protección y específicas para la piel infantil.
  • Después de los baños es aconsejable enjuagar la piel y poner una crema emoliente, pues las sales del mar y el cloro pueden irritar la piel.
Deporte


    La sudoración de la persona atópica es deficiente o tiene zonas de hiperactividad. Esta deficiencia provoca que el picor sea más intenso. Por ello los deportes de alta actividad y los locales cerrados están desaconsejados. 

    Tratamiento
      
    La dermatitis atópica es, desgraciadamente, una afección que no se cura. El objetivo del tratamiento es que los brotes estén bajo control y, en caso de que ocurra un episodio, intentar controlar sobre todo el picor y mantener la piel hidratada.
    Actualmente los corticoides tópicos (en crema, pomada o loción) son la base del tratamiento contra el eccema. Bien utilizados controlan la gran mayoría de los casos, aunque no siempre se administran correctamente.Este tipo de tratamientos siempre serán con prescripción médica. A la hora de aplicarla, es mejor una cantidad pequeña y bien extendida que una gran cantidad de crema, ya que se facilita la absorción. Unos minutos después de la aplicación del corticoide, se puede aplicar una crema emoliente, para hidratar la piel y favorecer la absorción del corticoide.
    Lo que conseguiremos con éstas cremas emolientes es reducir y espaciar los brotes y así evitar utilizar el corticoide el menor tiempo necesario.
    Específico para brotes. Coadyuvante a tratamiento con corticoides.
    Leti AT4 leche corporal
    Ideal para hidratar el cuerpo después del baño     
















    Otros tratamientos disponibles para la dermatitis atópica son: los antihistamínicos, inmunomoduladores tópicos, como el pimecrólimus, o el tacrólimus, si el eccema es rebelde a otros tratamientos, o los corticoides no son adecuados para el paciente. 
    Los antibióticos pueden ser de gran utilidad en el control de los brotes, en especial si están claramente infectados.
     Para pacientes mayores de trece años, existe la posibilidad de fototerapia (tratamiento con luz), que ha demostrado una gran mejoría en los brotes.
       

    Leer Más

    Vitaminas y suplementos

           En principio, una dieta equilibrada debería cubrir todos los requerimientos de vitaminas y minerales que tiene nuestro organismo. Sin embargo, no siempre es así, y se dan casos de deficiencias vitamínicas. Las causas de estas deficiencias son muchas, entre las más comunes:
    1.       Una alimentación desequilibrada.
    2.       Regímenes de adelgazamiento inadecuados: cuando el objetivo es perder peso se debe realizar una dieta hipocalórica, pero no por ello deficitaria en determinados nutrientes como las vitaminas y los minerales. Es necesario que la dieta cubra nuestros requerimientos nutricionales, a excepción de las calorías. Para ello, tiene que ser variada y sin eliminar ningún grupo de alimentos, de lo contrario estaremos poniendo en riesgo nuestra salud. 
    3.       Abuso o mal uso de determinados fármacos: la utilización de determinados medicamentos sin control médico o algunos tratamientos que alteren la absorción intestinal o la diuresis pueden ocasionar una mayor excreción  de nutrientes y, por tanto, carencias vitamínicas si el tratamiento no se controla adecuadamente.
    4.       Deportistas: el deporte incrementa las necesidades nutricionales en general y, en concreto, de hidratos de carbono, proteínas, minerales y vitaminas antioxidantes que ayudarán a contrarrestar el estrés oxidativo generado.
    5.       Estrés: también es una situación que comporta un mayor desgaste y, por tanto, se incrementan las necesidades vitamínicas del grupo B y la vitamina C, principalmente.
    6.       Técnicas culinarias incorrectas o inadecuadas: por lo general, las cocciones excesivas o largas (hervidos, caldos, etc.) y/o a altas temperaturas (horno, frituras, etc.) ocasionan grandes pérdidas vitamínicas. Por otro lado, la solubilización de las vitaminas hidrosolubles en agua también ocasiona pérdidas importantes. Esto sucede, por ejemplo, cuando realizamos hervidos, o si limpiamos los vegetales dejándolos en remojo.
          Además de todas las posibles causas comentadas para tener una ingesta insuficiente de vitaminas, existen situaciones fisiológicas especiales a tener en cuenta. En etapas de la vida como la infancia, el embarazo o la vejez es necesario tener especial cuidado con la ingesta de nutrientes. Esto sucede porque las necesidades se ven incrementadas o porque aumenta el riesgo de padecer carencias debido al estilo de vida y la alimentación. 
                                    VITAMINAS, EMBARAZO Y LACTANCIA

           El embarazo es una etapa fisiológica muy especial que se caracteriza, fundamentalmente, por el anabolismo, es decir,  se crean multitud de nuevas estructuras. Durante todo el embarazo se incrementan las necesidades de las vitaminas hidrosolubles C, B1, B2 y ácido fólico, y las liposolubles; A, D y E. Generalmente, se aconseja la suplementación con ácido fólico desde unos pocos meses antes del inicio de la gestación, aunque es difícil de prever cuándo se producirá. Durante al menos el primer trimestre del embarazo, se sigue aconsejando dicha suplementación para evitar diferentes problemas en la gestación, especialmente la espina bífida.
            Es necesario, igualmente, realizar controles analíticos para verificar el buen estado del a madre, que repercutirá sobre el feto y, posiblemente, se requiera de algún otro tipo de suplementación. Algunos especialistas en ginecología optan por prescribir complementos vitamínicos y minerales de forma preventiva, pero siempre se deben tomar bajo supervisión médica.
                           
           Una vez finalizado el embarazo, y en caso de lactancia materna, las necesidades nutritivas de la mujer siguen incrementándose. Aunque la etapa anabólica por excelencia haya cesado, la síntesis no se detiene; ahora se genera la leche materna que tiene que alimentar al recién nacido y, por tanto, va a ir cargada de nutrientes que la madre debe tomar en su alimentación. En general, durante la lactancia aumentan tanto las necesidades de vitaminas hidrosolubles como las de vitaminas liposolubles. La alimentación de la mujer lactante debe ser variada y rica nutricionalmente hablando, para poder ofrecer un buen alimento al lactante sin ocasionar carencias. Igualmente, en ocasiones se decide suplementar con complejos vitamínicos específicos.
                                              VITAMINAS Y MENOPAUSIA
                                                
                                           

           

           Durante la menopausia, las necesidades vitamínicas son aproximadamente las mismas las de un adulto sano. De todos modos, debemos asegurar un aporte adecuado de vitamina D, necesaria para el metabolismo del calcio y el fósforo. Durante la menopausia se deben aumentar los controles del estado óseo para tratar o prevenir posibles problemas de osteoporosis, que suelen tener su inicio en esta época de la vida de la mujer.
                       VITAMINAS PARA RECIÉN NACIDOS Y PRIMERA INFANCIA

            En los recién nacidos y niños pequeños es esencial un aporte vitamínico suficiente, ya que de ello va a depender, en gran parte, el desarrollo de las múltiples funciones y estructuras de su cuerpo en formación y crecimiento.
     
           Los lactantes de leche materna, en principio, van a tener cubiertas sus necesidades vitamínicas. Las leches de fórmula también deben estar enriquecidas de manera que se asemejen lo más posible a la leche materna. En cualquier caso, en determinadas ocasiones, especialmente para los nacidos en invierno o en zonas poco soleadas, los pediatras pueden aconsejar complementar con vitamina D. 

          En general, durante la primera infancia debemos controlar la ingesta de vitaminas liposolubles A, D, E y hidrosolubles C, B1, B2, B6 y B12.
                                 VITAMINAS PARA ESCOLARES Y ADOLESCENTES

    Tal como sucede en la primera infancia, el desarrollo del organismo sigue adelante y, por ello, igualmente debemos seguir asegurando aportes adecuados de las vitaminas: A, D, E, C,B1 , B2, B3, B6 y B12.
                                                     VITAMINAS Y VEJEZ
                                     
            Esta etapa, a diferencia de la mayoría de las anteriores, no se caracteriza por el anabolismo, más bien al revés.  En la vejez, debemos seguir insistiendo en una alimentación variada.
         
            El principal problema de esta etapa para cubrir las necesidades nutricionales suele ser el tipo de vida que se lleva, en algunos casos. Personas solas con problemas de movilidad suelen cocinar poco por pereza o falta de comodidades. En ocasiones, se sale menos a la calle, lo que comporta menor exposición solar y posibles déficits de vitamina D, sobre todo en zonas frías.
            A eso, a veces también debemos sumar los problemas de masticación que ocasionan el rechazo de determinados alimentos. Si, además, se padece alguna enfermedad, los problemas para una buena alimentación se multiplican y, en este caso, suele ser muy aconsejable algún tipo de suplementación.    

         Debemos cuidar especialmente la ingesta de vitaminas del grupo B como la B1, B2 y la B3, la vitamina C, que provendrá principalmente de alimentos en crudo, y las vitaminas liposolubles D y E.

    Leer Más

    Ciclo del Crecimiento del Cabello

       Con la llegada del otoño los días empiezan a acortarse y empezamos a echar de menos esos  largos días de verano… 


      y también notamos más la caída del cabello en esta época cuando en el desagüe de la ducha o en el cepillo vemos más pelos de la cuenta.


        Es normal cierta caída de pelo en esta época, conocida como caída estacional, especialmente en otoño y verano. Hay épocas del año en las que el pelo se cae más que en otras y esta caída forma parte del proceso de renovación capilar del ciclo de vida del cabello.

              CICLO DE VIDA DEL CABELLO:

       -Fase de crecimiento o fase Anágena: dura de 2 a 7 años, durante la cual el cabello crece de 1 a 2 cm al mes.
       -Fase de transición o de reposo o fase Catágena: dura de 2 a 4 semanas, el crecimiento se detiene, el cabello no crece.
       -Fase de caída o fase Telógena: dura de 2 a 4 meses y cierra el ciclo con la caída del pelo. Al mismo tiempo aparece un nuevo brote que permite la formación de un nuevo tallo piloso


     
     Así nuestro cabello no crece de manera continua sino en ciclos sucesivos. 
       El 90% de nuestros cabellos están en continua fase de crecimiento, mientras que el 10% está en fase de expulsión.
       Cada día perdemos de forma natural entre 50-100 cabellos después de un ciclo de vida de 2 -7 años. Esto es normal y en la mayoría de la gente estos cabellos serán sustituidos por otros nuevos.
       En el transcurso de la vida  cada folículo es capaz de producir una veintena de ciclos.

       Sin embargo los ciclos de crecimiento pueden verse interrumpidos por causas como: el cansancio, el estres, la falta de ciertas vitaminas y minerales, de ahí la importancia de una dieta equilibrada que garantice todos los nutrientes para tener un pelo sano; distintas enfermedades como diabeteslupus, problemas de tiroides, y e
    stados como el embarazo y postparto, así como tratamientos farmacológicos.

       Esto quiere decir que cada cabello crece de un folículo piloso y cada folículo tiene su propio ciclo de vida. 

       Por lo tanto esto significa que  cada cabello crece independiente del resto de cabellos. Si todos los folículos pilosos estuvieran sincronizados el cabello crecería al mismo tiempo.
       ¡Esto significaría que habría periodos durante los que estaríamos completamente calvos y otros en los que tendríamos la cabeza llena de pelo! 

       No obstante si notamos una pérdida exagerada del cabello consultaremos siempre con un médico.

    Leer Más